Luis Novaresio

A consumir droga que se acaba el mundo.

Por Luis Novaresio. La primera vez que recibí un folleto sobre cómo drogarse fue hace más de 20 años. Fue en la Sociedad Rural de Rosario en donde se hacia una fiesta de música. Apenas entrabas, un stand muy blanco era atendido por unas cuantas personas entre las que se destacaba la melena rubia de Silvia Incháurraga, precursora de la Asociación de reducción de daños de Rosario (www.arda.org.ar)

En el folleto que te daban junto con un par de preservativos y una botella de agua mineral, se explicaba, entre otras cosas, la incompatibilidad del consumo de alcohol y algunas drogas recreacionales, los síntomas a los que había que estar atento en el caso de consumir, el consejo de estar siempre acompañado para estar “cuidado” por los amigos y algunas otras cosas más.

Recuerdo que reaccioné con algo de escándalo y molestia. Casi -dice casi- como algunos diputados nacionales hoy frente al folleto que parece proviene de la municipalidad de Morón.

Esto es apología del consumo, pensé. Es como invitar a que todos esnifen cocaína, supuse.

Casi un cuarto de siglo después, vuelvo a pedirle disculpas a la doctora Incháurraga y a todos los que trabajan en la reducción de daños invitando a los escandalizados en 2022 a pensar el tema desde un lugar menos tribunero, menos egocéntrico y menos ignorante.

Asumo que hay muchos dirigentes que tienen genuina preocupación por el consumo de alcohol y sustancias de los más jóvenes. A ellos, mi invitación. A los que abren por derecha en público y cierran por izquierda en privado, engolando la voz para decir que “la droga mata, el porro enferma” y “merecen el infierno los que se atreven a pensar distinto”, nada. Los imagino fumando un cigarro con un whisky en la mano, pernicioso para la salud pero socialmente cool para sus mentes moralizantes. De paso. Si bebe, no maneje es política de reducción de daños. No es “no beba más”, porque eso es una quimera. Beba y no afecte a terceros. Los diputados se oponen a eso?

La política de represión del cultivo, consumo y comercialización de todo tipo de drogas, sin discriminar ni considerar la diferencia entre un consumidor individual y un narcotraficante es un fracaso en el planeta. No creo que haga falta explicar con cifras que en países como el nuestro, la penalización de todo generó más consumo y mejores mercados negros para pocos.

Los que estudian y pueden exhibir resultados científicos se dirigen en todo el mundo a reglamentar el consumo de ciertas sustancias con una política de prevención y reducción de daños. Esto es, desde la filosofía de base, considerar que un individuo informado y educado puede decidir consumir algunas sustancias que sean seguras en su composición haciéndose cargo de sus consecuencias. El ejemplo para considerar es el alcohol. Luego, reconociendo una realidad que existe, la información de las consecuencias y los recaudos para hacerlo son una herramienta de decisión libre y con conocimiento.

El folleto de Morón, al que de forma rápida e inexplicable negó el intendente Lucas Ghi antes de que cantara el gallo, va en ese sentido. ¿Está en desacuerdo porqué? Leer declaraciones como las de Ramiro Tagliaferro, Diego Santilli o Ricardo Lopez Murphy afirmando, por ejemplo, que ´yo quiero un Estado que les enseñe a nuestros hijos que la cocaína destruye vidas y familias, no cómo consumirla”, es de una banalidad, simpleza y chicana pequeña de la política que espantan.

¿De verdad creen estos dirigentes que colaboran en la prevención poniéndose en maestros ciruela levantando el dedo juzgador antes que la mano hacedora de conocimiento y formación? ¡Claro que el estado debe prevenir e informar sobre el daño, si no la letalidad, del consumo! Dicho esto, como el consumo existiría -como existe el del alcohol y el tabaco- conviene sumar información sobre lo que implica consumir y dedicarse, además, a generar centro de rehabilitación para los que lo necesiten. Si no, lucirán como meros cacareadores del seguir prohibiendo públicamente para reservar a los que tienen plata y mercado negro un hecho que existe.

El intendente de Morón debería contar cuál es su programa integral sobre el tema. Si cree que un par de folletos solucionan el tema, se coloca en el otro extremo de los dirigentes que lo critican. También ineficiente y peligroso.

Un cuarto de siglo después de haberse conocido las primeras iniciativas de reducción de daño, el debate argentino de los que mandan pasa de golpearse falsamente el pecho a un laissez faire holandés que provoca más muerte. De seres no informados e indefensos, en un caos, y de la idea de respetar la libertad informada de otros.