Luis Novaresio

Alberto Fernández transita en el poder y no aprovecha las jugadas a favor

El Gobierno no puede capitalizar un logro -ganancias- porque ocupa los titulares con zamarreos al FMI y enojos con el país vecino

“Estás desorientado y no sabés qué trole hay que tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fe, querés cruzar el mar y no podés. La araña que salvaste te picó, ¡qué vas a hacer! Y el hombre que ayudaste te hizo mal, ¡dale que va!” (Del tango “Desencuentro”, Troilo-Castillo)

El Gobierno podría haber disfrutado de un par de días positivos por el impacto de una buena noticia y pensar en erguirse, pero prefiere dispararse en un pie y renguear. Una y otra vez. Raro. Autodestructivo. Se instala en el goce sufriente, dirían los psi. Así gobierna hoy, transita en el poder, debería decirse buscando precisión, la gestión Alberto Fernández.

El fin de semana consiguió aprobar con media sanción la rebaja del impuesto a las ganancias a varias decenas de miles de trabajadores. Promesa de todos desde hace 10 años y recién ejecutada por estos días. ¿El Presidente lo capitaliza? Claro que no. Alberto Fernández ocupa los títulos de las noticias políticas zamarreando al acreedor Fondo Monetario Internacional, anunciando que mereceríamos un default o tirando por la borda a aliado más tradicional de la Argentina, la república oriental del Uruguay.

¿Caso único? Otra vez, no. El Presidente convoca al fin a un intento de acuerdo nacional con el Consejo Económico y Social que presidiría Gustavo Béliz y lo sacude el papelón del vacunatorio VIP de Ginés González García. Otro logro diluido. En cambio de pedir disculpas incondicionales -porque las disculpas, como las renuncias, deben ser sin condicionamiento del tipo “si ofendí o cometí un acto reprobable, me disculpo”- arremetió contra sus villanos favoritos: el periodismo y el eje del mal de la oposición.

Alberto Fernández navega en el desconcierto de ser el primer magistrado -primero por ser la cúspide del poder y primero también porque nunca antes se había dado esta cohabitación de poder-, no pudiendo ocultar que el diseño de gestión no es propio. Sabe que su vicepresidenta es la que piensa qué hay que hacer y así lo ejecuta por persuasión o por imposición. Se lo ve y escucha con enojo y lo crispa hasta el punto de no aprovechar los escasos aciertos de su mandato.

Si era difícil dibujar alguna explicación al “no hay plata” lanzado por Cristina Kirchner no era necesario que su acompañante de fórmula recurriese al “la deuda, en los términos que está, es impagable”. No le alcanzó el desatino de decirle algo parecido a David Malpass, sin que nadie de cancillería le advirtiera que fue uno de los impulsores del préstamo a nuestro país. Fue como decirle al dueño de la pelota que es malo para jugar, gordito y pesado. En la cara. Sin educación. Es verdad que la Cancillería andaba enredándose en adelantar medidas de restricción a los viajeros al exterior mientras era desmentida por el jefe de gabinete.

Quizá este sea otro rasgo de los disparos al pie. Decir blanco uno de sus secretarios y recibir negro de desmentida de otro. La siempre admirada por su técnica Carla Vizzotti ya navega en las aguas de la política que atropella toda sensatez científica. “Estudiamos restringir circulación en franjas horarias”, dijo hace horas a Paulo Vilouta en Radio la Red. En menos de tres horas el jefe de gabinete dijo que eso no se aplicaría. Es cierto que Vizzotti prefirió allí mismo no opinar sobre la vacunada vip teen de Avellaneda “porque ese día estaba de viaje en Chubut” y se ve que allí no llegan los diarios, no hay portales ni tele. De paso: el sumario administrativo del vacunatorio VIP que debe haber instruido ya el ministerio de Vizzotti, ¿aparecerá algún día con detalles y sanciones del caso?

Un funcionario relevante de una embajada extranjera le dijo a este cronista que su cancillería está interesada en saber cuáles son los puntos centrales de la política exterior de la Argentina. El hombre que habla 6 idiomas de manera fluida y viene de residir en dos naciones latinoamericanas, cuenta que respondió en la cara informal a sus superiores. “Néstor Kirchner decía que había que mirar lo que hacía antes que lo que decía. Hoy, quien fuera jefe de gabinete de aquel presidente ha inaugurado otro lema: ‘Miren lo que digo hoy porque mañana se corregirá con otros dichos y, sobre todo, porque lo que se haga dependerá de otros´”.

“Amargo desencuentro, porque ves que es al revés”, resonaría aquí también en la inconfundible vos del gran Polaco Goyeneche.