De los roces entre el albertismo y el kirchnerismo hay mucho escrito en los periódicos de hoy. Me permito recomendar la lectura de Santiago Fioritti en Clarin de hoy que comienza diciendo: “Alberto Fernández y Cristina Kirchner conversaron sobre los desencuentros que volvieron a agitar las aguas de la coalición oficialista esta semana, acaso la de mayor tensión en el juego de poder que marca el ritmo de la gestión desde el 10 de diciembre. ¿Qué se dijeron? Solo ellos lo saben con exactitud. El Presidente toma cuidados para que el contenido de las charlas con su vice nunca trasciendan o que trasciendan matizados y sin dramatismo. Un ejemplo podría bastar para explicar qué tipo de relación mantienen. Testigos de los movimientos más íntimos del primer mandatario cuentan que, si en el medio de una reunión, recibe un llamado de Angela Merkel o Emmanuel Macron -los ejemplos son literales-, atiende y habla delante de quien sea como si nada pasara; si llama Cristina, Alberto se aparta para conversar con ella a solas”.
Más adelante Fioritti señala que “en los últimos siete días tuvo tres gestos hacia el cristinismo duro. Primero: el llamado y la carta para intentar contener a Hebe de Bonafini (¿será verdad que la titular de Madres le pidió disculpas por decir que el país se va a pique?), pese a que su visión sobre la pospandemia fue más cruda que la de cualquier opositor. Segundo: su abrupto giro sobre la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán (por el cual Cristina está procesada y a quien él había criticado como pocos en ese tema). En tercer lugar: el llamado al periodista Víctor Hugo Morales para explicar al aire que Argentina no cambió su posición sobre Venezuela; esto es, que el país seguirá condenando, pero solo parcialmente, los enormes atropellos a los derechos humanos de Nicolás Maduro”.
¿Quiénes asesoran políticamente al Presidente?. El editorialista afirma que “en el equipo de asesores intelectuales también hubo dolores de cabeza. Se supone que ese grupo fue compuesto, entre otras razones, para generar ideas y para colaborar con el discurso presidencial. Para darle vida a un nuevo relato, sostienen algunos. Está integrado por la socióloga Dora Barrancos, el filósofo Ricardo Forster, el antropólogo Alejandro Grimson, la politóloga Cecilia Nicolini y por el diputado porteño Leandro Santoro, los cinco supervisados por el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos, y por su vicejefe, Julián Leunda. Este cronista habló con cuatro de ellos en los últimos días.
La mayoría reconoce la tensión, aunque remarca que hay “una espectacularidad mediática” premeditada, según los intelectuales, para condicionar el rumbo del Gobierno. Para varios de ellos, Cristina aporta al debate y no es ella la que hace daño sino los que creen que un tuit suyo habilita a los más ideologizados a intervenir en la escena pública sin reparar en la gravedad de la crisis. Separan a esa dirigencia de Hebe, a quien juzgan intocable: “Una voz moral con un derecho ganado que el resto de los mortales no tiene”, al decir de uno de los miembros del consejo asesor.
Eso mismo piensa Horacio González, el ex director de la Bibioteca Nacional en los mandatos del matrimonio Kirchner, y otra de las voces escuchadas por quienes animaron en su momento Carta Abierta. González reconoce que en la conducción del país se está dando “una situación inédita en la historia argentina”.
Nota completa enhttps://www.clarin.com/politica/cristina-kirchner-presiona-gana-elisa-carrio-ve-oposicion-va-camino-boca-leon-_0_fy2SRmDFa.html
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