En defensa del placer (y del autoplacer)
Sigo sonriendo mientras leo los títulos que se suceden. “La publicación sexual de Novaresio que revolucionó las redes”. “La recomendación de Novaresio que se volvió viral”. “Novaresio y su apología del sexo solitario”.
Tengo un blog desde hace años en el que vuelco todo mi trabajo periodístico en radio, televisión y publicaciones escritas. Allí, conservo entrevistas del ciclo que más orgullo me ha dado (LNE, por a24), charlas deliciosas en “Debo decir”, mis participaciones en Radio la Red, Animales Sueltos o textos publicados en el insuperable Infobae.
Esta semana subí a mi página “Una “compañía ideal para varones solos en cuarentena” sorprendido por la cantidad de medios europeos que hablaban de un adminículo íntimo dedicado al autoplacer de los varones como uno de los objetos más vendidos en cuarentena. Lo leí en El País, en El Mundo y tantos otros lugares.
Sin contar la falacia de algunos que olvidaron esto de chequear (al menos haciendo un F5 por día) las noticias y se apuraron para escribir “El posteo de Luis Novaresio sobre el placer masculino que luego decidió borrar” (¡Está ahí, compañeros, en el mismo sitio un poquito más abajo!) me sorprendió confirmar la pacatería, la homofobia y, especialmente, el represivo conservadurismo imperante que se escandaliza con una mano en el pecho si se habla del placer sexual. De movida. ¿Les resulta revolucionaria la masturbación? Evítenme comentarios adicionales.
Acepto y concuerdo ante el hecho consumado los achaques que se me hacen (mi maravillosa e inteligente socia comercial y amiga) que acusan a la publicación de parecerse a un “chivo”. Es verdad. Pero no lo es. Ninguna compañía de masturbadores personales propuso un anuncio comercial en el sitio ofreciéndonos una pauta comercial ni, muchos menos, un canje. Lo aclaro por las dudas y por los morbos algo envidiosos de algunos.
Por lo demás, de lo que se trata es del placer tan antiguo como la vida misma. Se ve que escribir de eso, no es lo que se espera de un periodista que hace noticias. Rara espera. Escuché a una conductora televisiva sentirse “confundida” por el post “viniendo de quien venía” (sic) sin ponerse colorada luego de haber navegado en el análisis políticos del destino del país, de los calzones de Wanda Nara y de la fusión atómica en sus mismas columnas. Un masturbador le marea más su entendimiento que su zigzagueante e infundado “todismo” mediático.
El senador Pino Solanas gritaba cuando se debatía la ley del aborto que los que se oponían bajo el lema de la vida en realidad querían, en buena parte, obturar el derecho al goce humano. “El goce, el goce”, decía el cineasta polìtico. Que si hay goce, sea en la clandestinidad. Que si se promueve el goce, no se diga en cámara.
¿Será que eso pasa acá también? Si a eso se le agregan los comentarios por la orientación sexual del que escribe la nota, el combo deviene perfecto. Reprimir el placer, que nadie se anime a escribir de él o, mucho menos, a contar que se puede más, denostar la homosexualidad y golpearse el pecho en público para correr luego a casa a poner la mano en la llave en el mismo lugar criticado. Eso sí. A oscuras.
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