En enero de este año, un solo hombre contagió a varios pasajeros en un viaje de una hora y cuarenta minutos, gracias al sistema de ventilación del vehículo y debido a que nadie llevaba mascarilla.
Desde que comenzó la pandemia se ha ido descubriendo poco a poco cómo se transmite el SARS-CoV-2. Una de las cosas más relevantes es haber detectado supercontagios, eventos en los que una o unas pocas personas contagian a decenas o incluso cientos de individuos, en locales nocturnos, ensayos de coros o clases de instituto. Esto es relevante porque los supercontagios sugieren que algunas personas tienen una mayor predisposición a transmitir el virus y que el SARS-CoV-2 se transmite de forma aérea, es decir, a través de aerosoles.
Esta semana, un estudio publicado en la revista « JAMA Internal Medicine» ha informado de un nuevo caso de supercontagio en el que el viajero de un autobús transmitió el virus a 24 personas. Ésto ocurrió en un vehículo que cubría la ruta Ningbo-Wuhan, en China, el pasado 19 de enero, cuando la epidemia se estaba desatando. La investigación ha mostrado que bastó un viaje de una hora y cuarenta minutos para que el sistema de ventilación del autobús extendiera el virus a los pasajeros situados varias filas más allá de la persona infectada. Para que todo esto ocurriera fue fundamental el hecho de que nadie llevara mascarilla.
A pesar de este detalle, Scott Weisenberg, director de medicina de viajes en el NYU Langone (en Nueva York, Estados Unidos) ha considerado que «esto es ciertamente preocupante». Tal como ha dicho para « Business Insider», el estudio implica que «en el contexto adecuado, la regla del metro y medio —Weisenberg se ha referido en realidad a la regla de los seis pies, es decir, 1,8 metros, que es la regla usada en otros países— no te protege de contraer el SARS-CoV-2».
En realidad no hay motivos para preocuparse más ahora que antes de leer este estudio. Ya son muchas las investigaciones que han informado de casos de supercontagio en coros, institutos, restaurantes, locales o vuelos, y que sugieren que no basta con mantener esta distancia de seis pies o metro y medio o dos metros. También hay que evitar espacios cerrados en los que hay muchas personas, hablando, cantando o gritando, ventilar las estancias y usar mascarilla, especialmente en estos espacios cerrados.
La transmisión aérea del SARS-CoV-2
La regla de los dos metros se basa en la postura sostenida por la Organización Mundial de la Salud, según la cual el SARS-CoV-2 se transmite por fómites, es decir, cuando se tocan superficies contaminadas, o bien por gotículas, partículas de saliva y moco contaminadas con virus y que se expulsan al hablar, cantar, gritar, toser y estornudar. Pues bien, se considera que estas gotículas son partículas pesadas que no quedan suspendidas en el aire, sino que se lanza como proyectiles y contagian a otras personas cuando están cerca y chocan contra su boca u ojos. La distancia, y el parapeto de las mascarillas pueden, por tanto, ponerle fin a esta forma de transmisión.
Pero hay muchas evidencias científicas de que el coronavirus no se transmite solo de esta forma, sino también por vía aérea, es decir, por aerosoles: éstos son pequeñas partículas de saliva o moco, expulsadas al hablar, toser, estornudar o cantar, que flotan y que no transmiten el virus por impacto, sino al ser inhaladas, tal como explicó en este periódico José Luis Jiménez, experto en polución y aerosoles de la Universidad de Colorado en Boulder. Por eso, 239 científicos han pedido a la OMS que reconsidere sus directrices y que reconozca la transmisión aérea del coronavirus.
Contagio en el autobús
En esta ocasión, el estudio, dirigido por Ye Shen, investigador en el Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), ha mostrado cómo un único infectado bastó para extender el virus a personas situadas a una considerable distancia de él, probablemente gracias al sistema de ventilación de un autobús y a que nadie llevara mascarilla.
El «paciente cero» de este viaje era un hombre de 67 años que se encontraba en la fase de mayor facilidad para contagiar, es decir, horas antes de experimentar sus primeros síntomas. De hecho, solo horas después de acabar el viaje comenzó a experimentar tos, escalofríos y dolor. Y unos días más tarde, los compañeros de autobús empezaron a dar positivo en tests de coronavirus.
Gracias a los datos de los billetes, los investigadores han podido reconstruir lo ocurrido, como si de un crimen se tratase. Así, por ejemplo, han observado que la persona que viajaba al lado del infectado no contrajo la enfermedad, pero que sí lo hicieron personas situadas hasta siete filas más atrás. Esto por sí solo es un fuerte indicio de transmisión aérea por aerosoles.
«La transmisión aérea es importante», ha recalcado en «Business Insider» Renyi Zhang, profesor de ciencias atmosféricas y químicas en la Texas A&M. «La distancia social por sí sola no funciona».
También se han constatado dos hechos muy interesantes. Por una parte, que pocas personas que viajaron junto a las ventanas, en el que fue un día soleado, se contagiaron, y que no todas los viajeros de una misma zona se infectaron, lo que sugiere que algunas tienen más predisposición que otras.
Sea como sea, de nuevo un estudio subraya la importancia de usar mascarillas y de mejorar la ventilación, que consiste en introducir aire del exterior en espacios cerrados para renovarlo y disminuir la concentración de virus que puedan estar presentes.
Fuente: www.abc.es