Luis Novaresio

La balcanización de Alberto y Guzmán en la grieta

Son mis dos recomendados de este domingo.  Creo, imprescindibles

Dos analistas abordan la polìtica y la economía de estos días.  Ignacio Zuleta, como siempre, usa una pluma inigualable para describir el primero de los escenarios. Un párrafo de su nota en Clarin:

La balcanización de un gobierno débil – un comité de tres dirigentes que pelean por el control de la coalición – explica el fallo de la Suprema Corte, que la coloca en el momento menos pensado, como el único polo de poder. Habrá que explicar alguna vez la pasión y el músculo que le pone el peronismo en sus intentos de capturar el control de la justicia. Y por qué nunca logra mucho. Ahora los supremos, unidos por efecto de la debilidad del Ejecutivo (la de la oposición es obvia, son minoría), buscarán diseñar un sistema de traslados de jueces de larga vida. Ese expediente de los jueces transeúntes viene como herencia del pasado. No está reglado ni por la Constitución ni por la ley orgánica del Poder Judicial. Sólo el Consejo de la Magistratura lo ha reglamentado de manera cambiante. En el curso de menos de un mes, los jueces de la Corte dictarán la jurisprudencia, para que en adelante haya un sistema de traslados que evite las viscosidades que motivaron este entuerto. Y que impida que su aval a estos casos dispare un festival de movimientos de magistrados en beneficio del gobierno. El debate, como se adelantó en esta columna el domingo pasado:

1) Confirmará las acordadas 4 y 7 de 2018 que le dieron legalidad de los traslados de Pablo Bertuzzi, Leopoldo Bruglia y Germán Castelli.

2) Ratificará los destinos que les dieron bajo el gobierno anterior y afirmará que el nuevo sistema no es retroactivo. Esto trata de remediar la inusitada gravedad que entendió Carlos Rosenkrantz – en su debut como tiempista, condición que no se le conocía – en su voto al admitir el per saltum. Advierte que podría quedar cuestionada “la validez constitucional de la revisión retroactiva de un mecanismo por el cual un importante de número de jueces, quienes cuentan con acuerdo del Senado, han sido designados en diversos tribunales del Poder Judicial de la Nación y en los cuales han venido desempeñando sus funciones durante diversos períodos de tiempo, en algunos casos muy prolongados”.

3) La prisa en la resolución – última semana de octubre – está justificada en el fallo de la mayoría (Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Elena Highton – cuando advierten “el riesgo cierto de tornar ilusorio el derecho, cuya tutela procuran los actores, privándolos de un acceso efectivo a justicia”.

4) El fallo es una nueva muestra de que la Corte no es dócil al cristinismo. Ya le rechazó la reforma judicial y anegó, antes, la aplicación de la ley de medios audiovisuales.

La coincidencia de los cinco en aceptar el caso, y la presunción de que confirmarán el criterio que autorizó los traslados cuestionados, es un síntoma de mejoría de las resoluciones. El martes estuvieron los cuatro primeros en el palacio de Tribunales. Es lo más cerca que han estado desde que hay cuarentena. Pero igual sesionaron remotos. “Mejor así, por razones sanitarias”, propuso Lorenzetti.

La nota completa en https://www.clarin.com/economia/costo-balcanizacion_0_c0xJv6TXz.html

Por su lado, Gustavo Gonzalez analiza la economía en Perfil.  También vale la pena leerlo

El ministro de Economía logró convencer a los bonistas de acordar e intenta lo mismo con el FMI. Desde hace semanas está queriendo convencer a los mercados para que se calmen y el jueves pasado lanzó una serie de medidas en ese sentido. Ahora, solo le faltaría tomar una medida más: convencer a los políticos de que también se calmen y lo ayuden. Dólar. Martín Guzmán es en sí mismo un hombre calmo. Habla pausado, en voz baja e interactúa siempre con una sonrisa tranquilizadora que pretende transmitir que la situación está bajo control. Y es el autor de la ya famosa frase “la Argentina, con el peronismo en el Gobierno, tiene el control de la situación”, con la que Fontevecchia tituló su reportaje del mes de junio.

En la verdad no hay grieta: el único compromiso es con vos Él está convencido tanto de eso, como de que la economía finalmente encontrará su cauce y que el presupuesto 2021 que presentó en el Congreso y contempla un 5,5% de crecimiento, no solo es cumplible, sino que es conservador. El dólar a $ 82 está en línea con el promedio de los últimos 50 años. Y el superávit comercial es récord… El problema es que la economía nunca es solamente la economía. La economía es lo que las expectativas, angustias y confianza de un país determinan que es la economía. El jueves pasado, intentó actuar sobre esas expectativas, angustias y confianza a través de medidas que apuntaron a tranquilizar el mercado de cambios y fortalecer las reservas del Banco Central. Tanto la baja de las retenciones como los incentivos para ahorrar en pesos y el nuevo estilo de intervención sobre el dólar oficial (más imprevisible, pero manteniendo aumentos por arriba de la inflación y respetando lo proyectado en el presupuesto) van en la misma dirección: 1) mejorar la balanza comercial, con más exportaciones y menos importaciones; 2) restar demanda de dólares de los ahorristas; y 3), lo más complejo, mejorar de a poco el nivel de inversiones externas. En los primeros días, la reacción del mercado no fue la mejor (el dólar informal subió, las acciones bajaron y el Central debió vender US$ 150 millones). Falta ver si el campo liquidará los US$ 4 mil millones que espera el Gobierno. Desconfianza. A quienes desde el 1° de octubre fueron al homebanking a comprar dólares a $ 136 (o a $ 150 en el paralelo), no les importa que esos precios estén muy por encima de su valor histórico. Según la economista Marina Dal Poggetto, el dólar oficial de $ 82 está “muy en línea con un promedio histórico de 50 años y casi 50% arriba del de 2013”. Pero a los ahorristas no les interesa eso. Desconfían. La misma desconfianza que hace que con un superávit comercial de US$ 11.000 millones acumulados a agosto (récord de una década), se deba habilitar la venta de yuanes para comercializar con el mundo a falta de dólares. Es razonable que los ministros de Economía, de Producción o el titular del Central deban seguir buscando herramientas para llevar calma a los mercados (“la prioridad es tranquilizar la economía”, dice Guzmán), pero lamentablemente el cambio de clima no lo va a generar la economía, sino la política. Es de la política la mejor ayuda que hoy podrían recibir los funcionarios económicos. Confianza. Cuando en marzo de 1991 se decretó una Convertibilidad que prometía que cada peso estaba respaldado por un dólar, en el Banco Central había apenas US$ 5.400 millones. Pero el poder político encabezado por un peronista como Menem, que había escenificado una política de “unidad nacional” y tenía el apoyo crítico del radicalismo (golpeado tras el fracaso de Alfonsín), creó la confianza de que, en efecto, en el país existía la suficiente cantidad de reservas para que todos pudieran cambiar sus pesos por dólares si así lo querían. Fue la confianza de que eso no era necesario lo que motivó el éxito de la Convertibilidad. Cavallo solo no hubiera podido lograrlo: fue la representación política de la sociedad la que convenció de que $ 1 podía valer US$ 1 sin necesidad de ir a comprobarlo en la ventanilla del banco. Un año después, las personas no solo no habían ido a cambiar sus pesos por dólares reales, sino que las reservas del Central se habían duplicado. Y al año siguiente se triplicaron. Si quienes conducen la economía creen que la confianza se construye solo con medidas económicas, entonces pueden seguir intentándolo hasta dar con las correctas. Pero si creyeran que con eso no alcanza, deberían suplicarle al poder político que genere el contexto necesario para que la sociedad empiece a creer. “Brecha”. Martín Kulfas es un economista con pulso político (viene del Grupo Callao con Alberto Fernández). En su Ministerio de Producción dan por perdida la posibilidad de un acuerdo político amplio que le brinde mejores chances a la economía. Lo achacan a “la brecha”, pero en realidad se refieren a “la grieta” política, solo que de tanto hablar de la brecha cambiaria, se les mezcla el argot. … pero sin confianza, no habrá medidas que alcancen. Y eso no lo generará la economía, sino la política Pero al mismo tiempo confían en que sí se puede cerrar lo que llaman “la brecha sectorial”, o sea la grieta entre el Gobierno y los sectores empresarios. La lógica es que los empresarios son más pragmáticos que dogmáticos y que, más allá de sus prejuicios ideológicos, terminarán privilegiando sus necesidades sectoriales. Explican que las últimas medidas buscan eso, ofrecer beneficios a exportadores e industriales que, a su vez, sirvan para aliviar la tensión sobre el dólar: “Son sectores que creyeron en Macri y se dieron un gran golpe. A los industriales siempre les va a convenir un gobierno peronista, pueden estar atravesados por prejuicios ideológicos o de clase, digamos, pero hay un camino que se puede caminar juntos, que es lo que venimos haciendo con el Consejo Agroindustrial, con la construcción y la industria en general”. La relación entre el nivel de confianza y el grado de prosperidad de las naciones está estudiada y probada. Quien mejor lo hizo fue Francis Fukuyama (Trust, Ed. Atlántida), un duro crítico del neoliberalismo al que quienes no leyeron llaman neoliberal.

La nota completa en https://www.perfil.com/noticias/columnistas/guzman-el-dolar-y-la-medida-que-falta.phtml