Luis Novaresio

¿Por qué algunas personas se preparan para lo peor?

Hay diferentes maneras de enfrentarse a la vida y, posiblemente, todas las personas hayamos pasado por ellas en según qué situaciones y contextos. Uno no nace positivo, negativo o realista, sino que es un aprendizaje que vamos haciendo en nuestra propia evolución

La persona que tiende a ver todo desde el pesimismo se interesan por ver la parte más negativa de la vida, influyendo así en su estado de ánimo y vitalidad.

Cuántas veces nos habremos adelantado a un acontecimiento y nuestra mente ha aceptado una derrota sin ni siquiera decretarse una guerra. En líneas generales, así podría definirse el pesimismo defensivo, es decir, cuando nos protegemos en el sentido de que antes de conectar con la realidad y ver que lo negativo ha sucedido, nos anticipamos y nos predisponemos a aceptar dicho resultado. Sin embargo, el pesimismo defensivo no solo nos protege de una sorpresa desagradable, sino que también nos destruye porque al final merman las posibilidades y capacidades de cada persona.
Hay diferentes maneras de enfrentarse a la vida y, posiblemente, todas las personas hayamos pasado por ellas en según qué situaciones y contextos. Uno no nace positivo, negativo o realista, sino que es un aprendizaje que vamos haciendo en nuestra propia evolución. Bien es cierto que según cómo sea la persona, sus rasgos de personalidad y sus experiencias, puede hacer frente a la vida desde una perspectiva u otra.
La persona que tiende a ver todo desde el pesimismo se interesan por ver la parte más negativa de la vida, influyendo así en su estado de ánimo y vitalidad. Pero, además, desde la psicología, cuenta la psicóloga general sanitaria Patricia Fernández que existe lo que llaman pesimismo defensivo, siendo esto la manera de funcionar de algunas personas que se ponen en lo peor de cada situación para evitar después el sufrimiento: «Es una forma de protegerse para que cuando suceda lo negativo, no les genere tanto malestar porque ya se habían posicionado ahí», cuenta.

Baja autoestima
Aquellos que se inclinan por el lado pesimista o negativo de las cosas no solo lo hacen con el exterior sino que también les repercute en primera persona. Explica Patricia Fernández que es poco frecuente e inusual que tengan una autoestima alta y estable, y que fluctuarán entre una autoestima «baja e inestable».
«Las personas más optimistas tienden a valorar también sus virtudes y no solo focalizarse en sus puntos de mejora. Aunque todas las personas hemos pasado momentos de bajones y es normal, pues la autoestima no es algo estático, aquellos que funcionan bajo el pesimismo defensivo tienden incluso a abandonar tareas o actividades porque han asumido que fallarán o que se posicionarán en la peor situación», asegura la psicóloga.
«Valorando pros y contras del pesimismo defensivo, existe el hecho de que nos puede favorecer y facilitar la asimilación, aunque también nos puede generar ansiedad por querer controlar y anticipar todo. Este tipo de personas tienden a infravalorarse hasta el punto de no enfrentarse a situaciones por el temor de fallar», dice la psicóloga general sanitaria Patricia Fernández.
Por lo tanto, y en resumidas cuentas, una persona que siempre se pone en desventaja frente al resto de personas muy probablemente repercutirá en su autoestima.


La parte «útil»
Si queremos sacarle el lado positivo al pesimismo defensivo, podría decirse que ayuda a no caer en el fracaso. «En ocasiones contadas sí que nos ayuda a no caer en el “fracaso”, pero utilizado frecuentemente como una manera de funcionamiento habitual y periódicamente, sin duda, no resulta útil. Al menos no es la manera más sana y adaptativa», expresa Patricia Fernández.
«Cuando trabajamos esto en terapia, no buscamos que el paciente vea todo de “color de rosa” pero sí que abandone el verlo todo negro. Enseñamos que hay una escala de colores en la cual puede moverse, y para aprender a moverse entre ellos tiene que aprender a cuestionarse sus pensamientos y enfrentar las situaciones desde una actitud más racional y realista», cuenta
Ser realista, al fin y al cabo, es poder ver tanto lo positivo como lo negativo y actuar congruentemente en ambas situaciones relativizando y haciéndose cargo de lo que está dentro del control de una persona.
 
Fuente: www.abc.es