La necesidad de reconocimiento y aprobación constante indica que estamos ante una personalidad dependiente y sumisa
En mayor o menor medida, a todos nos gusta ser aceptados; y más que aceptados, nos gusta que lo que decimos, sentimos o hacemos cuente con la aprobación del resto puesto que somos seres sociales. Sin embargo, esto no debe limitarnos en nuestra forma de ver la vida. Al fin y al cabo, el reconocimiento de terceros no es más que su punto de vista, y cada uno tenemos uno propio.
Pero cuando la necesidad de aprobación de los demás se convierte en algo habitual, esto es señal de que tienen una personalidad más dependiente y sumisa. «Este tipo de personas preguntan desde qué ropa usar a como decidir un menú, o una determinada compra, porque son personalidades temerosas, con miedo a equivocarse o simplemente muy complacientes con los demás y por eso buscan constantemente la aprobación y el acuerdo», cuenta Sandra Isella, directora del equipo del Centro de Psicólogos de Cepsim.
Detrás de cada pregunta, además de buscar la aprobación, se intenta no generar conflicto; a veces porque piensan que es la única forma en que los demás les acepten y les quieran y en otros casos porque cualquier decisión la viven con miedo y les asusta. «Las personas más seguras de sí mismas son más autonomías en su desempeño cuentan con determinación, con buena capacidad para tomar decisiones, tienen capacidad de liderazgo y desarrollan una buena tolerancia a las críticas, confían en su criterio y se hacen responsables de las consecuencias de sus acciones entendiendo que forma parte de abrirse paso en la vida», explica la experta en psicología, que añade que este tipo de personas no les importa que los demás lo desaprueben y apuestan por conseguir lo que quieren.
Sin embargo, esto no es así siempre. Indica la experta que puede ser variable a lo largo de la vida y de las circunstancias vitales que atravesamos: «Es modificable ya que tiene que ver con la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los otros».
Seguridad comprometida
Aquellos que necesitan el reconocimiento del resto tiene una característica en común: la inseguridad. Es en estos momento donde la seguridad se encuentra muy comprometida y buscar seguridad mediante la aprobación de otros es algo normal en el desarrollo psicológico. «Se trata de una etapa más del crecimiento evolutivo y sucede respecto de nuestras figuras de referencia cuando somos niños: nuestros padres, maestros y otras figuras significativas», dice la psicóloga Sandra Isella. Ya en la vida adulta tendríamos que comenzar a sentirnos lo suficientemente seguros sin que la aprobación de los otros nos condicione tanto, aunque nos siga sirviendo de referencia.
«La inseguridad, que es un sentimiento muy incómodo, puede tratar de compensarse tratando de gustar al resto, porque de alguna forma también tiene que ver con sentirse incluido, con el sentimiento de pertenencia que sabemos es una necesidad humana primordial», concluye la experta.
Basta del «qué dirán»
Necesitamos a los demás porque somos seres interdependientes, por tanto siempre va a sentarnos bien sentirnos queridos, reconocidos, aceptados y por tanto sentirnos pertenecientes a una familia, a un grupo de amigos, a un oficio o a una causa política, social o comunitaria.
Desde esa perspectiva es bueno sentir la necesidad de sentirnos acogidos y aceptados, el problema surge cuando, para conseguirlo, nos traicionamos a nosotros mismos yendo en contra de lo que deseamos, haciendo las cosas «para los demás» más que «para nosotros junto a los demás», lo que a la larga va produciendo grandes desequilibrios, mucha frustración y sentimientos de mucha soledad.
«La gente siempre opinará y dirá cosas y siempre habrá opiniones en todos los sentidos, cambiantes, contradictorias, del tipo ahora sí, ahora no… cuando realmente desde fuera se puede opinar pero sólo la persona que está en una determinada situación puede saber de qué es capaz, con qué recursos cuenta para atravesar cada experiencia y esos son los principales aspectos a valorar en determinadas situaciones en donde siempre encontraremos personas que opinen aprobando o no nuestras decisiones en la vida», dice la experta de Cepsim.
Tal como expresa Sandra Isella, «vivir de forma congruente con nosotros mismos nos ayuda a centrarnos más en nosotros, en nuestras capacidades para afrontar los desafíos que la vida nos pone por delante». Contando con la ayuda de los demás para conseguir aquello que nos proponemos puede resultar una buena fórmula en el proceso de aprender a vivir.
Fuente: www.abc.es