Sábado, 19 horas. Buen momento para instagramers planificando la noche. Subo imágenes divinas de un PH canchero en Colegiales. Y sí, somos de los que trabajan 24/7. Publico un reel que seduce mostrando la amplia terraza, una pileta de natación, una hamaca paraguaya que se mece y mucho verde alrededor.
En pocos minutos 600 clics, 20 likes, 3 pedidos de visitas al inmueble por mensaje directo.
Cuando empecé mi carrera inmobiliaria el gran modisto Carlos Di Domenico me indicó que una de las claves del éxito en cualquier negocio es moverse con velocidad. No dudo en hacerle caso. Agendo dos visitas el Lunes temprano, una atrás de otra para generar una pizca de competencia entre los posibles compradores. Sigmund Freud hablaba del deseo que genera el deseo de un otro.
El mismo lunes el PH es reservado y vendido.
Habíamos publicado ese inmueble en cuatro plataformas conocidas en nuestro negocio: Zonaprop, Argenprop, Cabaprop y Mercado Libre. Para ello, nuestra inmobiliaria hace una importante inversión monetaria. Y, sin embargo, lo vendimos por Instagram.
¿Por qué?
Las personas dedican 1/7 de su vida a las redes sociales. El 30% del tiempo de navegación en internet transcurre en redes sociales. Cada vez es más frecuente escuchar entre los que compran y venden inmuebles historias como estas: “Es mis redes sociales me tropecé con el departamento de mis sueños. No hice el esfuerzo de leer clasificados, mirar sitios webs ni salir a buscarlo. Estaba ahi. A un clic de mis ganas”.
Si bien pareciera fácil unir un deseo de un inmueble con esa propiedad a través de las redes, atrás de esto hay importante esfuerzo: planificación, creatividad y ser un poquito “jugado”. Animarse, arriesgar, ser original.
Lo clásico y poco esforzado en Instagram, Facebook y otras redes es pautar una publicidad. Esto es, publicar una inmueble con excelentes fotos, un video cuidado, y una descripción exhaustiva del mismo, abonando para que el post se transforme en una publicidad que abarque un universo segmentado por edad, por localización geográfica o intereses. Sin embargo, eso no alcanza. Las publicidades son mucho menos miradas que las publicaciones de personas a quienes seguimos.
El secreto es asumir el desafío de construir seguidores, audiencias propias, un público fiel y leal que esté interesado en nuestros contenidos. Una audiencia que guste de nuestras stories, de nuestros TikTOk, de nuestros FB y de nuestro Linkedin. También podemos usar WhatsApp como herramienta una eficaz. Debemos ser muy cuidadosos de no ser invasivos con la frecuencia y extensión de los mensajes y sementar con precisión. En nuestro caso armamos tres listas, clientes que buscan oportundidades, clientes alta gama, y clientes interesados en información del mercado. Ofreciendo siempre la posibilidad de que pidan ser quitados del listado.
En términos de mercado, vale más tener audiencias interesadas en nosotros que pagar mucho dinero en publicidades impersonales.
En el “Net world” es mucho más excitante y atractivo ponemos en contacto con alguien que ya conocemos, aunque sea en forma virtual, desde una mirada de proximidad personal, cercanía, conocimiento, confianza. La “amistad” virtual de las redes es mucho más que “datos duros” de superficie cubierta, vista al este o garaje. Es “estar cerca” de quien me propone una compra o venta.
La presencia en las redes sociales sirve, sobre todo, para lograr visibilidad y generar confianza. Las redes sociales nos ayudan a humanizar la marca. Una foto de nuestra familia, de una visita al inmueble con nuestra propia hija, genera solidez personal en la historia de una eventual operación que queremos comunicar. Mostrarnos asi puede ser un clic en “seguir” por empatía personal. No es nada infrecuente que eso, más tarde, genere una visita para un eventual negocio.
El mes pasado el Colegio de martilleros de Córdoba me invito a dar una charla sobre redes sociales exitosas en el mercado inmobiliario. Pensé cómo ayudar a una inmobiliaria pequeña, fuera de la Capital Federal, a armar su estrategia de redes. Entendí que era vital transmitir que no alcanza con publicar solo fotos de los inmuebles u obsesionarnos con lo estético de las imágenes. Debemos buscar nuestro modo singular y único de comunicar.
En nuestro caso decidimos hacer foco en varios tópicos: presentar inmuebles con videos originales, recorridos 360, descripciones exhaustivas con estilos arquitectónicos, mostrar a nuestro equipo trabajando, en distintas situaciones informales, divertidas, resaltando el espíritu de equipo siendo espontáneos. También, esto sí es un concepto innegociable, mostrar que nos importan más las personas que los inmuebles. Son muy valiosos los testimonios de nuestros clientes que graban videos diciendo que se sintieron acompañados, primero y siempre, personalmente en sus deseos y necesidades.
Ser innovadores es esencial. La realidad lo exige. Hace más de dos años que la venta de inmuebles viene cayendo y los activos inmobiliarios han reducido su valores entre un 10 y hasta un 30%. Sin embargo, la vivienda sigue siendo un bien de primera necesidad, ventaja que debemos aprovechar al máximo los que tenemos el privilegio de estar en este mercado. Allí hay que afinar los modos de comunicar teniendo en cuenta todas las audiencias. Instagram apunta a un público más joven que gusta de “ser visto y ver”. Facebook concentra a los que llegaron hace tiempo al mundo digital y que en su calidad de “seniors” solo navegan en esta red. ¡Facebook vive para ellos! Linkedin permite generar una red de contactos y relacionarnos con otros profesionales del mismo sector. Y así, con el resto de las redes que deben ser miradas con sus particularidades.
¿Un post en instagram es venta asegurada? ¡Claro que no! Las redes son un camino inmenso, aún con mucho para pulir, para potenciar nuestro trabajo. Transitarlo supone un trabajo serio, esforzado y original. El mejor vehículo para hacerlo es transmitir confianza en quienes somos, mostrándonos como algo más que eventuales compradores o vendedores de inmuebles. Mucho más.
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