Uno de los problemas de salud más frecuentes es el llamado reflujo gastroesofágico (GERD, por sus siglas en inglés). Esta condición, que por razones desconocidas está aumentando progresivamente en el mundo, especialmente en países desarrollados, se caracteriza porque el poderoso ácido clorhídrico producido en el estómago “sube” y empieza a “quemar” el esófago.
El GERD afecta de 18% a 28% de los norteamericanos y se caracteriza por dolor en la boca del estómago, sensación de llenura, nauseas, vómitos y acidez o vinagreras. Este último síntoma se presenta como una sensación muy fastidiosa de que algo quema en el pecho y que el ácido sube hasta la garganta. Es tan fastidioso el dolor, que muchos pacientes acuden a la emergencia porque piensan que están sufriendo un ataque cardiaco.
El asunto es que debido a que la frecuencia de dispepsias es muy alta en Estados Unidos, muchas personas buscan los antiácidos para aliviar la acidez. El problema es que su uso, sobre todo los de “última generación”, presentan una serie de efectos secundarios que es preciso tomar en cuenta.
Los antiácidos
Los antiácidos constituyen un grupo de medicamentos que actúan ya sea bloqueando la acción del ácido que ya se ha producido en el estómago o impidiendo que dicho órgano lo produzca. Los antiácidos más antiguos, como la leche de magnesia y las sales de calcio, magnesio y aluminio bloquean el ácido ya producido en el estómago pero no impiden su formación.
Los antiácidos más modernos son de dos tipos: los bloqueadores H2 y los PPI (o inhibidores de la bomba de protones), los cuales impiden la fabricación de ácido por el estómago. Ejemplos de bloqueadores H2 son la cimetidina (Tagamet), famotidina (Pepcid), nizatidina (Axid) y ranitidina (Zantac). Ejemplos de bloqueadores PPI son esomeprazole (Nexium), lansoprazole (Prevacid) y omeprazole (Prilosec, Zegerid).
Los antiácidos pueden ocasionar problemas en la salud del ser humano a través de dos mecanismos: por el enmascaramiento de los síntomas de una enfermedad que puede estar avanzando sin que la persona se dé cuenta y por un efecto secundario del medicamento en el organismo. Por ejemplo, al controlar los síntomas de acidez por el uso indiscriminado y a largo plazo de los antiácidos, el cáncer del esófago o del estómago puede ser enmascarado.
Por estas razones nunca deben usarse antiácidos sin receta médica por tiempo prolongado. Si los síntomas son prolongados debe consultarse con el médico porque se puede estar sufriendo de alguna enfermedad más seria. Por increíble que parezca, muchos ataques cardiacos empiezan con síntomas que remedan indigestiones.
Efectos secundarios comunes
Con respecto a los efectos secundarios de los antiácidos, las sales de calcio, magnesio o aluminio pueden causar aumento en la producción de gases, dolor de cabeza y de abdomen, náuseas y vómitos severos.
Por su parte, los bloqueadores H2 pueden provocar nauseas, vómitos, diarreas o estreñimiento, dolores abdominales, problemas para eliminar la orina, mareos y ronchas en la piel.
El peligro de tomarlos prolongadamente
Un reciente estudio, realizado por investigadores norteamericanos y publicado en la revista PLOS ONE, ha causado preocupación porque reveló que existe relación entre el uso de los antiácidos PPI y el riesgo de sufrir un ataque al corazón.
Después de estudiar más de 16 millones de historias clínicas, de las cuales 2.9 millones fueron de pacientes que habían usado algún tipo de antiácido (bloqueador H2 o PPI), los investigadores descubrieron que el uso de antiácidos PPI estuvo asociado a un riesgo 16% mayor de sufrir un ataque cardiaco. También se encontró que el uso de antiácidos PPI estuvo asociado al doble de posibilidad de morir de una enfermedad del corazón. Ambas asociaciones solo fueron observadas en los usuarios de antiácidos PPI, pero no con los bloqueadores H2.
Es importante entender que en este tipo de estudios de revisión de historias clínicas, una asociación no indica que el medicamento cause la enfermedad, sino que su uso está asociado al desarrollo de esta, es decir, podrían existir otras causas no descubiertas por el estudio. Dado que esta asociación con un ataque cardiaco no es el único efecto secundario atribuído a estos modernos antiácidos —pues también se han reportado fracturas de huesos, disminución del magnesio de la sangre e infecciones del colon por un microbio llamado Clostridium difficile o C. Difficile— ¿qué es lo que tenemos que tomar en cuenta para usar estos medicamentos con el máximo beneficio y el mínimo efecto secundario?
Estas son mis recomendaciones:
Ante la presencia de síntomas de acidez y mala digestión, no usar los antiácidos de venta libre por más de dos semanas. Si los síntomas persisten por más de ese tiempo, debe consultarse con el médico.
Estar atentos al desarrollo de las llamadas intolerancias alimentarias, que son muy comunes en personas mayores. Estas consisten en que ya no se toleran algunos alimentos que antes se consumían sin problemas. Los ejemplos más frecuentes son las habichuelas, el tomate y ciertos cítricos. Es más prudente retirar estos alimentos de la dieta que persistir con su consumo, usando antiácidos para tolerarlos.
Finalmente debemos recordar que en el uso de cualquier medicamento, el beneficio que se obtenga de este debe ser mucho mayor que los efectos secundarios, criterio que debe ser discutido con el médico en relación a la dosis y duración de cualquier medicamento, incluyendo los antiácidos.
Fuente: www.aarp.org
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