A nivel mundial, en los últimos cien años se pasó del prohibicionismo absoluto a los proyectos de despenalización parcial o total de las drogas. Argentina sigue estancada como a principios del siglo pasado.
“Quienes compraron droga en estas últimas 24 horas tienen que descartarla”. Esta será, con toda probabilidad, la frase más recordada por todos del episodio de la cocaína adulterada que mató a por lo menos 24 personas. El “por lo menos” se debe al pésimo nivel de estadísticas de nuestro país y a la salida de la escena principal de noticias del tema que provoca la ignorancia de más muertes.
Pero 20 días después del pedido de descarte, cabe preguntarse: ¿Ya está? ¿Se puede volver a consumir? La ironía no es tal. Lo que la provoca es la ineficiencia de los que gobiernan en este aspecto y la chantada de los que deciden.
A casi tres semanas de la tragedia, se pueden decir con contundencia algunas pocas cosas.
– Sergio Berni fue el único que dijo y actuó una política de avanzada en el tema. Proponer el descarte de la droga era lo indicado para no propagar la tragedia. Alguien debía decirlo aunque fuera víctima de memes y cargadas. Evitar que se consumiera la cocaína letal alertando sobre el tema fue una gran medida sanitaria. Es cierto que Berni es el ministro de Seguridad. Debió hacerlo, en verdad, el encargado de la salud de su provincia que seguro andaba ocupado detectando periodistas a los que criticar por no estar de acuerdo con él en reconocimiento al legado de su antecesor, experto en colorear zonas de contagios porteños malignos.
– Nadie tomó una sola decisión para cambiar las reglas que rigen el consumo de estupefacientes. Las dos docenas de muertos no conmovieron a nadie.
– La Argentina carece de un borrador de sistema de prevención y abordaje del consumo de drogas.
Paola Spatola, experta en seguridad, tiene escrita hace un lustro una tesis universitaria en la que reseña la evolución de los sistemas legales del mundo sobre el tema. En los últimos cien años se pasó del prohibicionismo absoluto a los proyectos de despenalización parcial o total. Argentina está estancada como a principios del siglo pasado. Arcaísmo para permitir el tráfico ilegal amparado por un sistema político que es cómplice. ¿Hace falta justificar esta afirmación?
¿No es llamativo que nadie, pero nadie, de los gobiernos nacionales o de la provincia de Buenos Aires que padeció la tragedia haya propuesto cambiar algo?
Miremos un ejemplo interesante. Hace 20 años Portugal legalizó todas las drogas. La posesión para consumo personal de estupefacientes no es delito y, si bien tiene una reclamo administrativo de trabajo comunitario y asistencia a talleres para evitar el consumo, no hay, de hecho, ningún achaque legal a quien consume. Lo que sea.
¿Resultados? Portugal desplomó el consumo de marihuana, por ejemplo, por debajo de Finlandia, Noruega, Alemania, Holanda o España. Se redujeron ostensiblemente los hechos de violencia asociados con el consumo y también los contagios de enfermedades como VIH o dolencias venéreas.
¿Milagro? Ninguno. Programas serios de reducción de daño y de riesgo. ¿Qué es esto? Educación para informar sobre el riesgo de consumir, de qué consumir, de qué combinar. Información, información, información. Además, agencias estatales de control de lo que se consume. Se analizan calidades de marihuana, éxtasis o MDMA, entre otras. Eso es minimizar el riesgo y el daño porque los portugueses asumen que consumir se va a consumir. Entonces, que se haga sabiendo y evitando riesgos prevenibles. ¿Achaque morales por el tema de los consumidores? Los Estados no están para hacer “Morales” a sus ciudadanos. Están para prevenir y reducir daños en la convivencia social. Ya se insistió en estas crónicas sobre la libertad, el derecho al placer y los riesgos sociales.
¿Alguno de los 257 diputados locales cree que debería salirse del mentiroso prohibicionismo de hace 100 años? ¿Alguno de los 72 senadores está anoticiado de que este fin de semana que pasó se consumieron pastillas, GH, porro o merka, y todos sin control ni educación? ¿Los que gobiernan, los progres de pico?
Si Berni sirvió para sonreír un rato ante la tragedia, es bueno saber que el hacer nada ignorante, y seguro cómplice, de este status quo provocará nuevas víctimas abordadas por la escena pública con algún meme ingenioso que, claro, no salva vidas.