Luis Novaresio

Cómo bancar la cuarentena sin sexo

Tienen «prohibido» verse y ya sabemos que todo lo que lleve esa «etiqueta» suele ver aumentado su poder de atracción. Al contrario de lo que le está sucediendo a las parejas que conviven durante el confinamiento, aquellas que viven separadas en estos días parecen haber aumentado exponencialmente su deseo de estar juntos íntimamente. Según la psicóloga y experta en terapia de pareja Lidia Alvarado la explicación está, por un lado, en que aquellas parejas que no conviven han duplicado (o triplicado) durante el periodo del confinamiento el número de veces que hablan al día por teléfono o por videoconferencia. Y por otro, porque lo habitual es que muchas de esas conversaciones giren en torno a los planes que harán cuando puedan estar juntos. «Fantasear diariamente con lo que harán en el momento de su reencuentro y durante los días posteriores y vivir pensando en la necesidad de aprovechar el tiempo perdido un gran estimulante que alimenta la pasión y aumenta el deseo sexual», explica.

También confirma ese mayor deseo sexual en estas parejas la psicóloga y máster en Sexología Clínica y Salud Sexual Mónica Branni, quien hace referencia a los datos de una encuesta reciente de Platanomelón, según la cual el deseo habría aumentado casi el doble entre las personas que pasan el confinamiento separados de su pareja (56%) frente a las que viven confinados en pareja (29%). La falta de accesibilidad alimenta la tensión erótica, aumenta la libido y obliga a encontrar nuevas formas de interactuar sexualmente como por ejemplo el «sexting», según detalla la sexóloga.

El «sexting», una tendencia al alza

Uno de los fenómenos crecientes en estos días es el «sexting» (práctica que consiste en compartir fantasías y comunicar deseos sexuales a través de la tecnología). De hecho, según el estudio de Platanomelón, un 70% de las parejas consultadas que viven separadas aseguran haberlo probado durante el confinamiento. Esta práctica puede tener, según refiere Mónica Branni, una parte negativa relacionada con una exposición de fotografías o vídeos a través de una fórmula «que no siempre es segura», pero también implica un lado positivo pues lleva a que las parejas tengan que esforzarse en mejorar la comunicación amorosa y las formas de expresarse para explicar sus gustos, sus deseos y sus fantasías. «Esto permite experimentar una forma de erotismo distinta, en remoto, sí, pero un poco más transversal. Es una experiencia positiva, pero aún no sabemos si será un fenómeno temporal o un cambio real y duradero en las relaciones interpersonales», comenta.

Lo que puede apagar la pasión

El deseo sexual, no obstante, se comporta de forma muy diferente en función de cómo experimenta la pareja esta situación de incertidumbre, pues en el caso de aquellas que conviven durante el confinamiento se está produciendo, según afirma Mónica Branni, el efecto contrario al de las parejas que viven separadas. «Compartir el mismo espacio las 24 horas del día puede ser una fuente de conflictos, ya sea por la falta de espacio personal, o por los roces diarios de la convivencia o incluso por el estrés o la ansiedad que produce a muchas personas una situación tan particular como la actual», aclara.

Otro de los aspectos que puede contribuir a que se «quiten las ganas», puede ser el hecho de que exista una tendencia mayor a descuidar la parte erótica de la relación en favor de otras actividades de ocio que impliquen un esfuerzo menor como por ejemplo ver juntos una serie o una película, cocinar juntos o apuntarse a una videollamada con amigos.

Podría decirse, tal como explica Mónica Branni, que si la pareja está «a nuestro alcance» o tiene «disponibilidad o accesibilidad» las 24 horas del día la tensión o la carga erótica pierde fuerza. «Parece claro que, cuando se dedica esfuerzo a algo o uno se toma interés por conseguir algo, se le da más valor. Pero si da la sensación de que lo tenemos a nuestro alcance o que podemos disfrutar de ello en cualquier momento, no es que no tenga valor, según argumenta la experta, pero sí que se le da menos importancia que si se dedicase energía y tiempo a conseguir ese encuentro. Por tanto, esa disponibilidad forzada no impulsa a la seducción, ni a ir más allá en el encuentro sexual, sino a una cierta apatía», explica.

Comparte esta opinión la psicóloga Lidia Alvarado, quien revela que, en este contexto, desaparece la sensación de «extrañar al otro» pues, de alguna manera, pasar todo el día con la pareja sin la posibilidad de tener un momento de evasión disminuye el valor que se atribuye a estar con ella. «Te puede encantar la tortilla pero si la comes todos los días durante más de 30 días seguidos, es probable que te apetezca menos o incluso nada. Lo cierto es que las personas empezamos a valorar las cosas cuando no las tenemos o cuando nos limitan su acceso. Es más fácil que sientas deseo por tu pareja cuando solo puedes verla unas horas al día que cuando la ves las 24 horas del día», argumenta Alvarado.

Pero esta falta de pasión no tiene por qué ser negativa en el caso de las parejas que logren a cambio reforzar, según propone Monica Branni, otros aspectos de su relación que también son importantes como la complicidad, la intimidad , la conexión y esos gestos de cariño que se olvidaban en el día a día cuando todo era «normal». Esto es algo que, no solo es positivo en esta etapa, sino que lo sería siempre. De hecho, la experta opina que sería estupendo que aprendiésemos a mantenerlo en el tiempo y no solo contextualizado a la etapa del confinamiento.

La ansiedad y la incertidumbre puede afectar al deseo sexual
La ansiedad y la incertidumbre puede afectar al deseo sexual
Además del efecto disuasorio de la «fácil disponibilidad» citada por ambas expertas, existen otros cuatro factores que pueden influir en la reducción del deseo sexual en la pareja que comparte en el mismo hogar el confinamiento, según resume de esta manera Lidia Alvarado:

1. Ansiedad y mix de emociones negativas

Los niveles de ansiedad por las circunstancias de emergencia sanitaria son mucho mayores y la ansiedad es una gran enemiga del deseo sexual.

A esto hay que sumar que hay un mix de emociones negativas motivadas por la incertidumbre, el miedo y la tristeza que generan las noticias diarias.

La cabeza está en otra cosa y eso disminuye las ganas. «Si la pareja se viera obligada a convivir en una situación sin Covid-19 dentro de un hotel de lujo, por ejemplo, probablemente la pasión se reactivaría, al menos durante unas semanas», comenta.

2. Descuido físico

Durante la convivencia en confinamiento no es raro que se empiece a descuidar el aspecto físico y se adquieran hábitos que no se consetirían si se saliera de casa, como pasar todo el día en pijama, ponerse la misma ropa una y otra vez aunque tenga manchas, o llevar el pelo sucio o la barba descuidada.

3. Desgaste del efecto «siameses»

El compañero de cama se convierte en un «room mate» o compañero de cuarto. De hecho, tal como explica la psicóloga Lidia Alvarado, pasar todo el día pegados y hacerlo todo juntos puede dar lugar a un cambio de roles que apaga la pasión.

4. Falta de límites en el teletrabajo

Otro de los aspectos que influye en la falta de pasión es que no exista línea divisoria entre el trabajo y el descanso o el ocio. «Aumentan las horas delante del ordenador, se resta tiempo a la comunicación, a los momentos de relax, al espacio para las risas y para el juego… Cosas que, por cierto, son ingredientes necesarios para que surja la chispa que alimenta la pasión», añade.

En definitiva, para que el confinamiento no pase factura a la vida sexual de una pareja ambos deben tener claro que en el sexo hay que desterrar la expresión «dar por hecho». ¿Quién dijo que la vida sexual se traduce necesariamente en tener sexo desnudos en la cama? La seducción, el cariño, la complicidad, el juego, el descubrimiento o la experimentación deben ser también «compañeros de confinamiento». Lo más importante es salir de esa zona de confort y de ese «dar por hecho» para concebir el sexo como una fórmula para conectar y pasarlo bien. Solo de esta manera, según propone Monica Branni, será posible que esa pareja convierta esta situación en una incubadora para mejorar su comunicación erótica. Y eso sucede, y si eso se logra, lo ideal sería que esa nueva fórmula fuese la norma y no la excepción.

Fuente: abc.es

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